ILIANA GÓMEZ BERBESÍ


Nace en Caracas (Venezuela) el 2o de mayo de 1951 y muere el 14 de junio de 2021 en esta misma ciudad.

Allí realizó sus primeros estudios  y al  culminar el bachillerato, viajó a Trinidad donde aprendió el idioma inglés. En 1972 regresa a Caracas y se inscribe en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo su licenciatura en 1978. En 1993, adquirió el título de Diseñadora de Modas. Ejerció los más variados y disímiles oficios, desde secretaria bilingüe hasta libretista de telenovelas, pero básicamente, todo su haber y experiencia estuvo vinvulado a dos campos: el de la docencia y el de la publicidad. Se desempeñó como profesora de idiomas y directora creativa en destacados institutos y agencias de publicidad de su país.

Trabajó por su cuenta como asesora comunicacional y productora independiente. Otra de sus actividades que desempeñó por afición es la de dictar talleres de literatura fantástica y en especial de ciencia-ficción. Fue integrante del taller literario Calicanto dirigido por la escritora Antonia Palacios (1978-80).

En esa misma época, asiste al Taller de Narrativa del Celarg (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos) (1979-80). Se inició en el quehacer literario con Las criaturas de la ciencia-ficción, un estudio basado en la simbología empleada por los más connotados escritores de este género. Posteriormente, incursionó como narradora de ficción con Secuencias de un hilo perdido, libro de cuentos  que participa en la Bienal “José Antonio Ramos Sucre” de la Universidad de Oriente (Cumaná, Edo. Sucre) y con el cual gana  el Premio de Narrativa de 1980. Este libro fue publicado en 1982. En 1981, publica un segundo libro de cuentos; Confidencias del cartabón, que un año después la hará merecedora de una mención en narrativa del Concejo Municipal del Distrito Federal. En ese mismo año, queda como finalista del concurso de cuentos del diario El Nacional con su relato “Los sueños de Merlin”.  

Otros libros de relato publicados son: Tornillos de taller (Celarg, 1983); y Extraños viandantes (Fondo Editorial Fundarte, primera edición 1990 y segunda edición 1996). En 1986, comienza a escribir su primera novela ¡Alto! No respire¡   Luego de sufrir algunas modificaciones, esta obra permanece inédita hasta que en 1999, participa en el Concurso Literario Arístides Rojas de la Fundación Gumersindo Torres, convocado por la Contraloría General de la República. Por esta novela recibe una mención en narrativa y logra  su publicación en ese mismo año. En 2001, esta misma obra vuelve a participar en el Concurso Literario Rómulo Gallegos y queda como finalista entre otras 40 obras participantes. En el mundo hispano, Iliana Gómez es conocida por haber aparecido en varias antologías de micro-ficción como “Por favor sea breve” (I y II), selección de la escritora argentina Clara Obligado /Páginas de Espuna, España, 2009) y “De mil amores” selección de Raúl Brasca (Ed.Thule, España, 2005).


   

OBRA LITERARIA:

Libros
Las criaturas de la ciencia-ficción, 2009 (Inédito). Soñé que contaba ovejas electrónicas, 2007 (Inédito). ¡Alto, no respire! (Novela), 1999 1ª. Edición. Monteávila Editores Latinoamericana, edición 2009. Extraños Viandantes (Cuentos), Caracas. 1ª Edición 1991/2ª Edición 1993. Confidencias del cartabón (Cuentos), Caracas, 1982. Secuencias de un hilo perdido (Narrativa), 1982, Universidad De Oriente, Edo. Sucre

Antologias
De mil amores selección de Raúl Brasca, 2005 Thule Ediciones, Barcelona, España. Por favor sea breve I y II. Antología de Clara Obligado, Editorial Páginas de Espuma. España, 2002 y 2010. Re- cuento. Antología del Relato Breve Venezolano (1960-1990). Selección de Luis Barrera Linares. Fondo Editorial FUNDARTE, Caracas, 1994. Nuevos Narradores del Distrito Federal. Selección de  Oscar Rodríguez Ortiz FUNDARTE, Caracas, 1986. Eróticos, erotómanos y otras especies, selección de Roberto Lovera de Sola. Ed. Dilae, España.

Publicaciones
Revista AMBROSIA, dirigida por el escritor Emmanuel Azócar. Caracas, 1994 y 1995. Revista CUBAGUA del Ateneo de Valencia. Edo. Carabobo, 1994. Revista IMAGEN. Conac. Caracas, 1986-1988. Revista Nacional de Cultura. Conac. Caracas, 1987 y 1988.

 

 

Y SOÑÉ QUE CONTABA OVEJAS ELECTRÓNICAS

La gran pregunta que todo ciudadano de las grandes urbes se hace a diario es si lo que vivimos ahora es ficción o realidad. Ojalá yo pudiera decir que la vida es sueño.
Al menos eso siempre ha sido mi intento. En ocasiones, en la alta noche, sueño que cuento y mi cerebro se convierte en una auténtica máquina del tiempo.
Entonces asciendo a planetas desconocidos y siento que mi cuerpo es una extensión de una veloz computadora rumbo al cielo.

 

 

YO AMO A LAS MÁQUINAS

Me sorprendo incrustada a la ventana,
sin rastro de aliento ni reflejos.
Trato de dilucidar el por qué
permanezco estática,
un día y otro y dos mil años más.
Soy el robot de mis sueños
y mis párpados se encienden
cada vez que los seres
de carne y hueso
deciden, para matar el aburrimiento,
hundir los botones de la locura,
la última versión de Nintendo.
Cuando por fin me muevo,
mis bisagras chirrían espantosamente
y noto que soy más vieja que mi madre,
mucho más que su Dios y el mundo entero.
Quiero acelerar mis pasos
pero un reloj anónimo
deshueca las horas
y amenaza con paralizar
sus agujas biodegradables
de aquí a la eternidad.
Ya no hay tiempo
en este tiempo.
En la alta noche,
cuando mi cerebro es desactivado,
aún queda un asesino

que a una hora fija
realiza el crimen perfecto.
Soy el robot de mis sueños
que deambula por los pasillos
de un tren sin carga.
Mi equipaje se limita
a un paquete de pilas alcalinas
y mi próximo destino
es la tierra de ninguna parte.
Me sorprendo
incrustada a la ventana,
sin rastro de aliento ni reflejos.

 

 

ANDROIDES OBSOLETOS

Somos los seres
del siglo pasado:
réplicas prehistóricas,
trogloditas, cavernícolas
de una curiosa oveja.
Dicen quienes
nos han podido observar
(esos que ahora llaman
veedores cibernautas)
a través de la pantalla,
que aún poseemos
«buena presencia,
trato afable
y facilidad de expresión».
Y sin embargo,
ninguna de nosotras
alcanza «el perfil» requerido
para ser por lo menos,
deseable.
Después de nuestro
treintavo aniversario
debemos limitarnos
a hablar con el celular.
Mientras, sobrevivimos
a fuerza de nutrición
artificial.

El gran secreto
de nuestra edad
lo guarda el cirujano electrónico
quien afanosamente nos abomba
mejillas, senos y glúteos
con postsilicona computarizada.
Es verdad, hermana
cuando te miras al espejo virtual
te descubres como una reproducción
del hialino Nosferatu.
Por tus vasos circula
una cédula de identidad
con sonrisa freeze frame,
copia fotostática
de la de aquel inefable locutor
que cada fin de semana
se asoma a tu vetusta
hada cibernética,
para invitarte a protagonizar
apasionantes cuñas de amor.
Mas estas propuestas postmilenarias
ni siquiera son para ti,
hermanita Dolly.
Tú apenas representas
una suerte de «desplazada»
en esta aldea de lágrimas.
Algo así como yo:
una extraña criatura
del siglo anterior,
que otros clasificaron
como «perteneciente al sexo débil».
Una extraña criatura
que ahora,
para conciliar el sueño
imita a su supuesta madre
y cuenta ovejas electrónicas.
De todos modos
te aconsejo, hermana
que sigas intentando

saltar la cerca,
y de cuando en cuando sonríe,
que Dios te ama.

 

 

DOS MIL DOS

Gato que gimes
cuando mi memoria maúlla,
a pesar de lo que diga
la escuela elemental
y el computador personal.
Gato que arañas la pupila
y caes hambriento en mi cerebro.
Gato que atrapas la vida
y saltas todas las noches
por mi techo de polivynil.
Vidente de la decadencia colectiva
electrizas las baldosas fluorescentes
de nuestros comedidos hogares cibernéticos.
Tu sombra asalta los rincones
y presagia un destino no deseado.
Y mientras ronroneas
buscando el calor de mi cuerpo,
la lluvia que aún no cae,
late en los cristales
y una pesadumbre inacabable
bordea los retratos
de mi familia adoptiva.

Es la hora justa
en que el ansia titila solitaria
en el sopor de la almohada.
El corazón se inclina impaciente
como si escuchara historia de muertos.
Flotan nombres en aluvión;
la conciencia se abre escuálida
en las paredes de otros tiempos.
Alguien grita
entre un nunca y un después.
Es una voz
que jamás estuvo aquí.
Es alguien
buscando alimento
en los pipotes de basura.
Su historia imita otras
que voy adivinando
desde mi lánguida ventana.
Y aunque sueno a acto fallido,
a contrición y tiempo perdido,
para entender tanta torpeza
o este odio-amor
que se lleva por dentro,
sólo basta desaparecer.

 

 

DOS MIL DOS SUB B

Gato que atrapas la vida
en el interior de las pupilas
y maquillas de miedo la memoria.
Vidente de la decadencia colectiva,
electrizas las baldosas suspendidas
de nuestros comedidos hogares cibernéticos.
El ansia titila en la almohada;
la lluvia que aún no cae
late en los cristales
y una pesadumbre interminable
bordea los retratos expectantes
de una escalera indescifrable.
Emergen formas en aluvión;
agobia identificarlas,

de tanto que se borran,
como si no existieran.
El gato gime
y mi cuerpo maúlla,
a pesar de lo que diga
el rigor de la escuela.
Y aunque suene a acto fallido,
a contrición y tiempo perdido,
para entender tanta torpeza
o este odio-amor que se lleva por dentro,
sólo basta expandir la memoria
y volver a nacer.
¡Gloria a Dios!
¡Aleluya!

 

Alfa Eridiani - Revista de ciencia—ficción Año III. Número 5, 2ª época. Madrid 2006.

 

 

AUTOMATAS

Toda la vida se había negado a aceptar la verdad. Que era una máquina de hacer pensamientos. Desde que recordaba haber entendido, se había empeñado en recoger las críticas de otros y sacarles fotocopias: “Esta maldita sociedad, nos están alienando. Nos tratan como androides”.

Una vez se puso a leer sobre las plantas y llegó a pensar que era muy triste ser vegetal. Pero después, cuando supo de los androides, estableció en su registro de memoria que era igual de bonito ser planta o animal.
“Porque es correcto, uno funciona. Tiene bisagras este cuerpo, se abre, se cierra y si lo sobrecargas de información, seguramente se funde. Los números, las letras, ecuaciones, incógnitas, avisos, “everything” se te va reproduciendo: captas, deduces, vas ordenando los acontecimientos a través de ramales y diagramas de flujo. Cada cerebro consta de un determinado número de unidades denominadas BITS y gracias a ellos, respondes a todos los mecanismos_. “…Si lo meditas mucho, sabrás que la culpa de todo esto no es sólo de la sociedad. Es así como te han construido, y tan bien que, quienquiera que lo haya hecho, merece er dios. O por o menos, es justo reconocer que, como el Gepetto de Pinocho, para darle vida a tanta tuerca, es preciso convertirse en un buen relojero.”

Su cuerpo comenzó a fluctuar entre las bifurcaciones de la calle como si apenas fuese un hematocrito suspendido en plasma, luchando violentamente por no romperse contra los demás corpúsculos, recibiendo el vaho pesado de las arterias vecinas, la llamada a pertenecer a otras estructuras, como si un fantasma emergiera de las membranas y le señalara el único camino.

Y aceptó la verdad. Se incluyó en el mundo. La cuerda regresó a su sitio. La aguja comenzó de nuevo a andar. Ya no supo si era planta o animal.

 

(Texto del libro de narrativa Confidencias del Cartabón,.
Editado por Fundarte, Caracas, 1981.)