Nació en Caicara del Orinoco, estado Bolívar, Venezuela1944 Filósofo, profesor y escritor de ensayos.  Actualmente es Profesor Titular del Departamento de Filosofía, Jefe del Departamento de Filosofía y Coordinador de la Maestría en Filosofía de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes (ULA). Durante  más de 40 años ha impartido sus enseñanzas en la UCV  y en la ULA, en la Escuela de Educación y en la Maestría de Filosofía. Cursa sus estudios en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde obtiene el título de  Licenciado en Filosofía. Posteriormente obtiene el título de  Magíster en Filosofía, con doctorado en la misma área en la Universidad de Los Andes (ULA) Mérida, Venezuela. 

Se inicia en la docencia en la UCV en donde,desde 1967 ocupa los siguientes cargos: Preparador de la Cátedra de Lógica dirigida por el profesor Julio J.  Lizarraga (UCV). Profesor contratado de la Cátedra de Preseminario en la Escuela de Administración y Contaduría de la Facultad de Economía (UCV). Profesor contratado de las Cátedras “Métodos y Técnicas de Investigación” e “Investigación de la Ciencia” en la Escuela de Geografía de la Facultad de Humanidades y Educación (UCV).   Profesor ordinario  de la misma cátedra (UCV). Desde 1972 es Profesor ordinario del Departamento de Filosofía en la Escuela de Educación,  Facultad de Humanidades de la  ULA, donde ha desempeñado diversos cargos, entre ellos: Jefe del Departamento de Filosofía en diversas ocasiones, Miembro del Consejo de Facultad, Miembro del Consejo Directivo del Postgrado de Filosofía y Coordinador del Postgrado de Filosofía.  Secretario General del Comité Organizador del IV Congreso Nacional de Filosofía de Venezuela, con sede en la ULA (1994). Conferencista  invitado al V Congreso Nacional de Filosofía, UCV, Caracas (1999) y en otros eventos científicos y culturales.  Entre otras materias del área ha impartido las asignaturas de Lógica, Introducción a la Filosofía, Filosofía de la Educación, Filosofía del lenguaje, etc. Entre los cursos dictados extracátedra a grupos de profesores y  estudiantes de postgrado, figuran: Curso introductorio al griego antiguo. Curso introductorio al latín filosófico. Curso de Alemán. Curso de Latín filosófico.  

  • Miembro del Grupo de Investigaciones Filosóficas Latinoamericanas, adscrito al Postgrado de Filosofía, auspiciado por el  Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad de los Andes (CDCHT-ULA).

  • Miembro del Grupo de Investigaciones sobre Filosofía, Derecho y Sociedad (G-SOFID), adscrito al Centro de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Los Andes y auspiciado por el CDCHT-ULA.

  • Miembro del Comité editorial de la Revista Filosofía del Postgrado de Filosofía (ULA).

  • Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Dikaiosyne,  editada por  el G-SOFID (ULA).

  • Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Venezolana de Filosofía.

  • Miembro de la Asociación de Escritores de Mérida.  

  • PEI 2003 (Premio Estímulo al Investigador)

  • PEI 2005


CONTACTO:

suzzarini_andres@hotmail.com

 

OBRA LITERARIA:

  • La doctrina platónica del alma en el diálogo el Timeo.  Revista Dikaiosyne Nº 19, ULA, Mérida, 2007.
  • La doctrina platónica del alma en el diálogo La República. Revista Dikaiosyne Nº 18, ULA, Mérida, 2007.
  • La doctrina platónica del alma en el diálogo el Fedón. Revista Dikaiosyne Nº 17, ULA, Mérida, 2006.
  • Una introducción a la doctrina platónica del alma. Revista Dikaiosyne Nº 16, ULA,  Mérida, 2006.
  • Profesores y filósofos. Revista Dikaiosyne No. 3-4. ULA, Mérida, 2000. 
  • Reflexiones para una reforma universitaria. Revista Dikaiosyne  No. 8.  ULA, Mérida 2002.
  • Por la democracia. Revista Dikaiosyne No. 12. ULA, Mérida 2004.
  • El invento de los Griegos. En: Alberto Rosales: “El fin de la filosofía”, Ediciones FAHE –ULA. Mérida, 2000.
  • Sobre Antonio Machado. Revista del Colegio de Abogados. Mérida, 1975.
  • Los Apuros de Lot y sus hijas. Revista Solar. Dirección de Cultura del Estado Mérida. 1974.

RESEÑAS

  • En defensa de los insurrectos. De Alberto Arvelo.  Revista Filosofía No. 4. Postgrado de Filosofía –ULA. 1992.
  • Individuo-Sociedad-Ecosistema. De Elías Capriles Arias.  Revista Filosofía No. 8. Postgrado de Filosofía. ULA. 1995.

OBRAS INÉDITAS CON MENCIÓN PUBLICACIÓN: 

  • Análisis del Novum Organum  de Francis Bacon.  Trabajo de Ascenso a la categoría de Asistente.
  • La lógica poética en la obra de Antonio Machado.  Trabajo de Ascenso a la categoría de Agregado.

 

 

INVENTO DE LOS GRIEGOS

Andrés Suzzarini

 

 Hemos venido esta mañana a rendir homenaje a Alberto Rosales, maestro y amigo de muchos de quienes estamos aquí, con motivo de habérsele conferido en fecha reciente el Premio Nacional de Humanidades, premio a los desvelos que han conformado su vida consagrada a un oficio peregrino.

El oficio de Alberto Rosales es la filosofía, invento de los griegos de hace 2.500 ó más años, que ha dado forma y sentido a la cultura occidental. En lo que llamamos origen de este singular  oficio destaca el nombre de Tales de Mileto como responsable paternal del invento. Después de él todos los filósofos que en el mundo han sido y los que son se han sentido afiliados, unidos por el mismo hilo con el oscuro y luminoso fundador. Revisando las cuentas engarzadas en el hilo, en el primer cabo brilla el objeto primero del primer filósofo y de los siguientes: el  amor a la verdad. Las etimologías, que suelen ser descaminadoras, en el caso del oficio que nos ocupa, llevan los pasos mejor encaminados: Filosofía, como sabemos todos desde el bachillerato, quiere decir  amor a la sabiduría, y el filósofo es el amante de la sabiduría. Sócrates quizás sea el más esclarecido de los que han rechazado sin humildad el título de sabio, reclamando con orgullo el de amante de la sabiduría. Sabiduría es saber de la verdad. Y el amante de la sabiduría, el amante verdadero, va hacia el objeto de su amor con esperanza y desconfianza de alcanzarlo y con el temor de que la verdad pueda ser desoladora. Porque el filósofo ama la verdad al punto de aceptar la más desoladora y no una mentira por mucho que sea autorizada  o consoladora. Quiere a la verdad que se acredita a sí misma en el tribunal de los hechos y la razón. Verdad fundada en fin, quiere el filósofo, sostenida sobre hechos y razones.

Hemos hablado del verdadero filósofo y como para entendernos suelen ser útiles los contrastes, quizás sea conveniente figurar al filósofo de la mentira. En todo oficio encontramos, al lado de quienes honesta y laboriosamente buscan el mejor resultado, a quienes buscan hacer pasar por bueno lo que está íntimamente defectuoso. En el reino de espíritu, en el mundo de la inteligencia, es frecuente la inteligencia aplicada a propósitos torpes. Si en la vida política, como desde niños nos han dicho y se nos dice, “la inteligencia sin probidad es un azote”, no lo es menos en la vida del intelecto, aunque aquí las consecuencias pocas veces llegan a ser  cruentas. Filósofos hay, filósofos de mentira, si es que eso puede decirse sin contradicción, que perpetran sus tratados para un público ávido de afirmaciones reafirmantes de sus ingenuas creencias, creencias sobre lo humano y lo divino, sobre lo civil y lo militar. Suelen ser secuencias de ideas, las más variadas e insensatas, mal amalgamadas con aparentes buenas intenciones que se recomiendan por la compañía de alguna desventurada cita de Platón o Aristóteles, de Kant, de Hegel, Marx o cualquier otro nombre de los que abultan los manuales de Historia de la Filosofía. Ausentes están de ellos el verdadero rigor, el estudio sostenido, reflexivo, sin prisa pero sin pausa, con la mira puesta en la verdad y no en una notoriedad pasajera.

Pero ¿por qué ese afán del filósofo por la verdad? La verdad es que la actividad del filósofo parece oponerse a las profundas verdades y los sanos preceptos que nos enseña el buen amor del mundo, llevando a su molino el agua de la autoridad del más autorizado de los filósofos: “como dize Aristótil, cosa es verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por aver mantenencia; la otra cosa era por aver juntamiento con fenbra placentera”.

Dice Juan Ruiz cosas que dice el vulgo y que con aparato académico y vocabulario técnico repiten novedosas teorías científicas: que el hombre actúa en vista de aquellas cosas que le rinden provecho y que todas ellas pueden reducirse a dos: pan y sexo. El filósofo sin embargo, descree por igual del saber científico y del saber popular y suele ser motivo de irrisión para sabios y simples. Tales de Mileto vuelve a nosotros como figura ejemplar: ¿para que sirve este hombre que se la pasa mirando a las estrellas y no ve los huecos de las calles en donde puede caer?, se preguntaban a la vez las almas cándidas y las almas sensatas. Porque el primer experto en eclipses que registra la historia no quiso aplicar sus conocimientos para obtener alguna comodidad material. Quería el cultivo del saber desinteresado, del saber por el saber, del que lleva en sí mismo su carga de gratificación. Pero el saber popular y el saber científico son tenaces, y por todos los medios pretenden reducir los motivos del filósofo a la fórmula famosa. También es tenaz el filósofo, y si es verdad que en último caso la búsqueda de la verdad está motivada por más o menos  implícitas urgencias del vientre, esa verdad la quiere desinteresada y perfectamente averiguada. Entre tanto que ella se averigua, regocijémonos porque uno de los nuestros, nuestro amigo, el filósofo Alberto Rosales, ha sido premiado por su terminante y fructífera prueba de amor a la sabiduría.

Texto publicado en el libro El final de la Filosofía. Ediciones FAHE. Universidad de Los Andes, Mérida, 2000.