Nació en Barquisimeto, Estado Lara (Venezuela) en 1948, Licenciada en Letras, Ph.D. en Literatura Latinoamericana. Profesora investigadora del Instituto de Investigación de la Facultad de Humanidades la Universidad de Los Andes.



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PUBLICACIONES

Una deliciosa obsesión: las crónicas de cine lernereanas. En Leer en voz alta, Lenguajes emergentes de la crítica. Mérida: Universidad de Los Andes, Instituto de Investigaciones Literarias “Gonzalo Picón Febres” y CDCHT. 2008. 35-46. Voces femeninas en la prensa escrita: Avellaneda, Mistral y Storni. En Mosaico literario de escritoras latinoamericanas y caribeñas. Caracas: Indiana University of Pennsylvania, Universidad Católica Andrés Bello, 2008. 59-77. El día que me quieras o la pasión por las voces de la radio. Discursos e imaginarios: Archipiélagos Urbanos. Mérida: CDCHT y Consejo de Publicaciones de la ULA. 2008.

Breve panorama del cuento latinoamericano desde 1970 al 2000. En Diálogos Culturales. Mérida: Secretaría de la Universidad de Los Andes, Grupo de Investigación y Estudios Culturales de América Latina-GIECAL, Archivo Arquidiocesano de Mérida (AAM), 2009. 71-101. Heterotropías: espacios y escritura de mujeres en los últimos años siglo XIX. En Voz y Escritura, 18 (2010): 121-138. Diversas miradas a la cultura escrita en la Universidad. Josefina Peña G. y Cecilia Cuesta C. Mérida: Vicerrectorado Administrativo de la ULA. 2012. Cartografías e imaginarios urbanos en la crónica latinoamericana. En Josefina Peña G. y Cecilia Cuesta C. Mérida: Vicerrectorado Administrativo de la ULA. 2012. pp. 47-76. Canto, a Bilingual Review of Latin American Literature (San Francisco State University (1994): 122-143). La literatura infantil en el Preescolar. Crítica y Antología (Mérida, Consejo de Estudios de Postgrado y Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes, 1991). “El placer de las palabras.” Ensayo, en Revista Actual 20 (Mérida, DIGECEX, (1991): 82-88). “Motivos de Martí. La infancia como frustración y creación.” Ensayo. Actual 21 (Mérida, DIGECEX (1991): 45-58).

     

LA MODERNIDAD EN LAS CRÓNICAS GINECOLÓGICAS
DE ELISA LERNER

 

¿Se hundieron? ¿Desaparecieron en un naufragio de océanos? Las sirenas- algunos años ha- con dominical insistencia remanifestaban, en las aventuras ya no tan marinas de un casi jubilado navegante de nombre Popeye. Nosotras teníamos compasión por esas mujeres a medias. No llegamos a entender que las lentejuelas sin alegrías que eran las escamas, no cubrían tan sólo la cintura y el sexo de esas rubias damas del mar. Todas las mujeres –todo el sexo femenino: todo el destino femenino- estaba cubierto (¡recubierto!) por las ciegas y torpes costras. Elisa Lerner

Elisa Lerner, pertenece a la generación de venezolanos de los años 60 fundadores de la literatura actual en Venezuela. Al igual que en el resto de América Latina, la década de los sesenta marcó en este país el surgimiento de nuevos retos y desafíos a nivel político, social y cultural. La caída del régimen del dictador Marcos Pérez Jiménez en el año 1958 significó para el grupo de intelectuales de la época asumir el proceso modernizador del país. Son años cruciales para la reconstrucción nacional, para la recuperación de los derechos civiles, para la generación de proyectos culturales al cual se incorporan con un nuevo aliento.

De este contexto asoma la producción literaria de Elisa Lerner convertida ya en marca indeleble cuando se habla de escritura femenina contemporánea y, particularmente, de la escritura de crónicas literarias en Venezuela. Deseo destacar en esta oportunidad Crónicas Ginecológicas por ser una de sus obras donde con mayor precisión y claridad se observa el proceso de modernización venezolana.

En una entrevista que me concediera la autora, Lerner señala que ella no hace historia, ni tampoco crónica urbana “como dicen que yo he hecho.” Se refiere a la recepción crítica de su obra donde se le señala como historiadora y como cronista urbana, atributos que no acepta. Sin embargo, una lectura detenida de su obra demuestra lo contrario: Elisa Lerner hace historia en cuanto reconstruye etapas de la vida del país en un afán integrador de la memoria del pueblo venezolano. E, inevitablemente, es una cronista urbana que ve desmoronarse una ciudad con sus habitantes y sus íconos culturales, como se puede apreciar en sus Crónicas Ginecológicas. Elisa es la cronista testigo y la cronista protagonista de la modernidad venezolana en diálogo constante con un contexto internacional como puede leerse en la mayoría de sus textos.

Sus crónicas, recogidas en libros, aparecieron publicadas por primera vez en la prensa venezolana a partir del año 1958. Estos libros son en orden cronológico: Una sonrisa detrás de la metáfora (1969); Yo amo a Columbo o la pasión dispersa (1979); Carriel para la fiesta (1997), una reescritura de Carriel número cinco (homenaje al costumbrismo); En el entretanto (2000); “Así que pasen cien años” (2001), crónica de la historia político-social-cultural del siglo XX venezolano; Homenaje a la estrella (2002).

 

 

CRÓNICAS GINECOLÓGICAS (1984)

 

Al transitorio, pero a veces, tan espléndido domicilio en la tierra es, acaso, el contemporáneo y libertador argumento del que he querido dar cuenta en las “Crónicas Ginecológicas”

Elisa Lerner

Venezuela no ha escapado a la pasión forjadora del imaginario metropolitano. Y en esta oportunidad es la escritora, Lerner quien, críticamente, por su condición de mujer e intelectual, adjetiva -desde el título mismo- a la crónica como género literario. Así, ofrece su estilo, su modo personal, su mirada, desde su condición de narradora.

Lerner se presenta como testigo y como protagonista de los eventos. Como testigo, el sujeto de la enunciación se convierte en el informante que documenta de primera mano los hechos. Como protagonista, la autora se convierte en la protagonista de sus propias disgresiones textuales. Hay un desplazamiento de la preocupación central del texto hacia la reflexión del autor que se ocupa de su propia identidad como cronista o como sujeto de una determinada sensibilidad y pericia culturales. (Bencomo 36-7) Lerner concuerda en este particular con Rosario Castellanos y Elena Poniatowska, entre otras escritoras latinoamericanas que se han dedicado a la escritura de crónicas.

En efecto, Lerner genera un tipo de mirada que despliega sobre su materia primaria: la ciudad, los personajes típicos, el suceso de moda, etc. Registra la realidad cotidiana en algunos sucesos más o menos memorables de la vida citadina, como el cambio progresivo de la ciudad caraqueña de principios de siglo que da paso abruptamente a la modernidad. Bajo su óptica desfilan “la muerte de la apacibilidad de la ciudad pequeña”; la desaparición de los anchos zaguanes de las casas caraqueñas; la desaparición de los patios interiores, de los jardines fragantes. (“Un dócil rumor de máquinas Singer”47)

El libro, estructurado en 29 crónicas, destaca principalmente la construcción del imaginario femenino a través de la radio, el cine, la televisión. Actrices del cine estadounidense como Shirley Temple, Gloria Swanson o las voces latinoamericanas de Celia Cruz, Daniel Santos, Mirla Castellanos, Armando Manzanero, entre otros, aparecen en estas crónicas con un contenido más profundo de lo que superficial y aparentemente denotan. Se sirve de ellos para exponer sus propias ideas sobre la mujer y el entorno social-histórico que la acompaña, así como el intento de emancipación femenina en los campos laboral, y sentimental.

Elisa Lerner aquilata la transformación de la mujer en el panorama de la historia y la cultura en Venezuela. Ella realmente marca -como bien señalan las autoras Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin- los cambios de la mujer en la sociedad venezolana y, ella misma, se convierte en un hito en la historia literaria cuando con sus crónicas “entra en lo cotidiano para escribir su metafísica, intentando una lectura del país a través de sus máscaras, sus mitos, sus identidades.” (85)

Atadas a un tiempo histórico determinado -los años cuarenta y cincuenta- las Crónicas Ginecológicas ofrecen una visión muy precisa del papel de la mujer de entonces. Inmediatamente a la muerte de Gómez, comienza un nuevo periodo para los venezolanos. En el caso de las mujeres, son los años en que se rebelan e irrumpen en el campo masculino. Así, se acercan al periodismo y se convierten en reporteras; fundan revistas literarias; organizan una editorial femenina llamada “Agrupación Cultural Femenina” en donde aparecen los primeros libros de Enriqueta Arvelo e Ida Gramcko, ambas poetas y cronistas. (“Zona oscura de la liberación femenina.” 183). El ambiente de una aparente libertad después de los años de la tiranía gomecista rompe el dique que represaba la expresión femenina, es así que salen a la calle a trabajar, se afilian a los partidos políticos, reviven su papel de conductoras sociales a través del magisterio, fundan grupos de mujeres activistas sociales que luchan por los derechos civiles de la mujer, en suma, participan activamente en el proceso de reconstrucción nacional. (Russotto 128-9)

El imaginario venezolano en diálogo con un contexto internacional como el del cine norteamericano, se privilegia casi siempre en todas sus crónicas y, especialmente, en éstas. Las figuras femeninas de este cine son utilizadas, tanto para crear una sutil ironía sobre la sociedad estadounidense, como para mostrar las estrategias de la feminidad en ese tipo de sociedad. Señala Lerner en una de sus crónicas, que en las películas de los años 30, la mujer triunfa en el mundo de los espectáculos o el de la literatura, pero en ese rotundo éxito va implícito el castigo de la soledad. Y con ironía continúa diciendo que la triunfadora cinematográfica es, como una melancólica viuda de sí misma: porque ningún hombre compartiría la afirmación femenina en el acto de escoger su camino. (“Domesticidades peligrosas” 97) Argumento interesante que pone de relieve la actitud machista del cine de los años 30 vetando tácitamente a la mujer que desea realizar sus deseos fuera del ámbito doméstico, como se pudo ver en algunas películas como Morning Glory (1933). En ella la actriz debe escoger entre su realización como actriz de teatro o el amor, y opta por lo primero aún a costa de perder el amor.

***

En Crónicas Ginecológicas se observan algunas características en cuanto a la práctica discursiva, el humor y la conciencia del lenguaje. En Lerner -al igual que la de muchas escritoras hispanoamericanas de los últimos años- la escritura está impregnada de la sátira. Este género literario –originalmente en verso o en prosa- de carácter polémico, crítico-moralizador o irónico, tiene como objeto la representación de la realidad cotidiana en alguno de sus infinitos aspectos: los defectos de los hombres, los vicios de los ricos, los sucesos más o menos memorables de la vida, etc.

Al referirse al hombre de este país, por ejemplo, Lerner despliega una sutil ironía cuando dice que “el mundo del hombre es una pavorosa -masculina- soledad”. (“El machismo venezolano: metáfora de la soledad” 83) aun cuando conviva con una constelación de mujeres y donde ellos representan el protagonismo mayor. Heredado machismo del dictador mayor de las primeras décadas del siglo XX venezolano, los hombres apuestan por la convivencia en un bar al cual han erigido en su “orgulloso viril ghetto” (83). Frente a esta realidad masculina, Lerner contrapone la imagen de la mujer poeta -“genero literario de la soledad máxima”- quien utiliza la escritura para darle “metafísica jerárquica a una cotidianidad femenina, cerradamente doméstica, que tiene al hombre lejos: en el exilio de los bares” (84).

El uso del humor complementa el cuadro de la sátira que utiliza la escritora como arma contra lo que desea resaltar, hacer sonreír en sus crónicas con “una sonrisa detrás de la metáfora” porque su crítica, lejos de ser ácida, ofrece una negociación, un acuerdo entre lo crítico y lo gracioso, propio de la sátira. Ha sido llamada cariñosamente “la sádica ilustrada” por sus colaboraciones al periódico El Sádico Ilustrado, compañera de muchos escritores que utilizaron el “sadismo” como una manera de divertirse, pero que constituyó la construcción de una nueva conciencia social en el contexto venezolano por su crítica mordaz.

El lenguaje de Crónicas Ginecológicas manifiesta una gran conciencia estética, su mayor preocupación. Así lo señala en la entrevista mencionada anteriormente: “en cada crónica intento hacer una crónica literaria. Escribo cuidando el lenguaje, es como un bordado, un crochet idiomático.” Aunada a su preocupación por el lenguaje, Lerner al mismo tiempo lo desacraliza en esa casi voluptuosa e irónica voluntad con la que pone al descubierto los hechos, casi como una estrategia que le permite como intelectual no conformista, una cierta libertad de expresión.

La participación protagónica de la mujer en el proceso democrático venezolano coloca a Lerner como testigo de una época y como protagonista de los cambios que experimentaron las mujeres venezolanas en la década de los 40 a los 50. Es la primera escritora que las ubica dentro del proceso de modernización como figura clave en el desarrollo del país que abre sus puertas a la fuerza incontenible de los cambios. La función de la mujer en la sociedad, por ejemplo, sin descartar esa sublime ironía, a veces cargada de erotismo, que la alcanza muy sutilmente como protagonista de la ciudad de Caracas, en lucha constante para concertar sus propios espacios. Y allí reside la originalidad de Lerner en relación con la tradición de cronistas venezolanos: haber sido la primera escritora venezolana que habla de la situación de la mujer de una manera como nunca antes se había hablado antes. Mientras en el trasfondo de la narrativa de Lerner se reconstruye la historia de la mujer venezolana en el proceso de modernización, ella, la autora como testigo y protagonista, se construye a sí misma.

Hasta aquí presentamos las Crónicas Ginecológicas de esta escritora cuyo lugar de enunciación ha sido constante crítica a veces mordaz, irónica –nos induce al goce por la vía del descuartizamiento- Socorro dixit, (9) a veces sin piedad sobre aspectos de la modernidad venezolana en diálogo permanente con otras realidades. Su particular mirada, su agudo registro de lo cotidiano y universal, al mismo tiempo, hacen de Lerner una de las cronistas más importantes de la literatura venezolana en concierto con la red de escritoras cronistas latinoamericanas.

 

REFERENCIAS

 

Bencomo, Anadeli. Bencomo, Anadeli. Voces y voceros de la megalópolis. La crónica periodístico-literaria en México. México: Iberoamericana-Vervuert, 2002.

Lerner Elisa. Una sonrisa detrás de la metáfora. Caracas: Monte Ávila, 1968.

_______. Yo amo a Columbo o la pasión dispersa. Caracas: Monte Ávila, 1979.

_______. Crónicas ginecológicas. Caracas: Línea Editores, 1984.

_______. Carriel para la fiesta. Caracas: Editorial Yolanda Pantin, 1997.

_______. En el entretanto. Catorce textos breves. Caracas: Monte Ávila, 2000.

_______. “Así que pasen cien años.”Venezuela Siglo XX. Visiones y Testimonios. Caracas: Fundación Polar, 2001. t. 2

_______. Homenaje a la estrella (2002). Caracas: Oscar Todtmann Editores, 2002.

Russotto, Márgara. Dispersión y permanencia. Caracas: Comisión de Estudios de Postgrado de la UCV, 2002 Pantin, Yolanda y Ana Teresa Torres.

El hilo de la voz. Antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX. Caracas: Fundación Polar, 2003.

Socorro, Milagros. “Prólogo.” Carriel para la fiesta. Elisa Lerner. Caracas: Edit. Blanca Pantin, 1997. 5-9.