RETRATO DE MEMORIA DE ALBERTO JIMENEZ URE
Por Alberto José PÉREZ


En Tía Juana, población del Estado Zulia, de la ahora República Bolivariana de Venezuela, nació el escritor, ensayista y poeta, Alberto Jiménez Ure, vecino, hace muchos años, de la Ciudad de Mérida, donde, en alguna mesa o barra, de aguas encantadas, nos dimos la mano, de eso hará unos 30 años, por la medida chiquita, es decir, el tiempo mínimo que yo calculo,  de nuestro encuentro, que sigue siendo el piso de una grata y fructífera amistad, por supuesto, ya se ha jubilado de sus labores en la Universidad, es un viejo como yo, laboralmente hablando.

Su primer volumen de cuentos: Acarigua, Escenario de Espectros, es el testigo de una serie de títulos que abarcan todos los géneros literarios, sin dejar de lado la filosofía. Jiménez Ure como Carlitos Contramaestre, su amigo y mío también, en su tiempo, ya ausente de nuestra vista más no de la memoria, es un testigo excepcional de la vida literaria, política y social de la ciudad de Mérida; en lo político es un referente obligado de la resistencia al actual gobierno sin desconocer la huella buena; en lo literario, no aplaude mediocridades ni medianías y vida social abundante, tiene,  el escritor goza la atmósfera tibia del hogar, allí es el escenario de su oficio, la escritura, la calle ya no es emoción del goce de la noche ni del café, conversadito,  vivimos tiempos de disparos, atracos y atropellos. Pero el escritor que es, no huye de esa realidad, la confronta con ideas que el crecimiento del mundo civilizado le permite esgrimir ante el regreso del abismo, las sombras del infierno, con quien combate cuerpo a cuerpo, lo he visto y así lo señalo, nadie me lo ha contado.

Jiménez Ure es un pensador, mejor dicho, un escritor-filosofo, que a veces  la fuerza de la poesía, lo atrapa, huracanea sus cabellos y  sus pequeños y oscuros espejuelos, se convierten en los hitos que señalan las fronteras de un hombre, ante su realidad y su tiempo. Muchas son las historias de ficción que Alberto, ha construido, mucha también su poesía, gratas, muy gratas sus reflexiones filosóficas, así como  verlo en el marco de una ventana, asomado a una ventana, como si desafiara una bala perdida, es la imagen cinematográfica que él mismo se ha hecho, palabra a palabra como si fuera el mismísimo Alberto Jiménez Ure, redivivo, en todos sus libros.