Presentación Poesía Autores
 
 
  Música
  Video
  Principal
 
 
 

Es Licenciado en Educación Integral por la Universidad de los Andes, Facultad de Educación y Humanidades, (Mérida, 1992). Se ha desempeñado como docente en la Escuela “Emilio Maldonado” (Chachopo, Estado Mérida, 1975-1981), Escuela Básica “Humberto Tejera” (Mérida, 1982 –1997),  Dpto. de Formación y Difusión Cultural de la Zona Educativa (1998–2001), encargado del área de Teatro y en la Escuela Básica “Monseñor Duque” (Ejido, Estado Mérida, 2002–2004). Experiencia artística con el Grupo Comediantes de Mérida. como  Actor, dramaturgo y director. Facilitador de talleres para docentes y comunidades: El teatro como recurso pedagógico,  Dispositivo escénico del teatro de Calle, Dramaturgia.

Asistencia a eventos nacionales e internacionales (5 giras a Venezuela y giras a Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Italia y Francia). Actualmente es Director de la Fundación Comediantes de Mérida, Venezuela. Facilitador de talleres a docentes y grupos en las comunidades.

OBRA LITERARIA: Danzantes de San Benito en Timotes (Valera, 1994). Hora de Teatro (I Edición, Mérida, 1998), (II Edición, Mérida, 2012). Colombia y Venezuela en Teatro (Mérida, 2002). Varios autores. 8 de teatro (Mérida, 2005). De la tierra al teatro (Mérida, 2006). Cincuenta son de amor (Mérida, 2007). Antología de obras para Teatro de Calle (Varios autores. Fundarte, Caracas, 2008). Premios: Mención de Honor con la Obra “Juan Valiente” (Caracas, IPASME, 1987). Premio Especial con “Don Basurón” (Caracas, IMAU, 1991). Premio Municipal de Teatro como Grupo del Interior  (Caracas, 1993).

LIBROS INÉDITOS: Azulito y otros cuentos (Narrativa Infantil). El Dragón Bombero (Narrativa infantil). Don Quijote y otras obras (Teatro). Cuéntame uno (Narrativa). Cuéntame otro (Narrativa). Sigo Contando (Narrativa). En otras palabras (Poesía). Cien son de amor (Poesía). 50 cantos (Poesía). Teatro Escolar. En poesía infantil: Ding Dong, La viejita Inés, Animales en poesía, Abecedario poético.



 
 

 

 

 

 

 
 

 

Del libro El dragón bombero (2017)

 

EL GATO VEGETARIANO

 

Hola, soy un gato y no me gustan los ratones. ¿Te parece extraño? Ni tan extraño, conozco humanos que no les gustan las ensaladas. Cuando estaba pequeño mi familia me enseñó a cazar ratones. ¡Guácala! Lo recuerdo y casi que vomito. Mi infancia la pasé entre cuentos gatunos y la eterna pelea de perros y gatos, al único que no le paramos es al tal Mickey de Walt Disney. De la pelea entre felinos y mininos hay miles de cuentos, bueno, yo soy muy joven y no tengo experiencia en esos combates. Así como no me gusta comer ratones ni que me los pongan en hamburguesa doble con salsa chorreando, tampoco me gustan las peleas.
Pero una vez casi me tocó pelear contra un gran abusador. Mi mamita decía: “Hay que darse a respetar, que nadie juegue con nuestra dignidad”.
Voy a contar lo qué pasó en esa inolvidable noche. Había luna llena, luna hermosa. Yo iba de lo más tranquilo y apareció el fulano perrote, tan grande como la casa de la vecina. Me miró con cara de amargado y lució sus dientes, tan afilados que podían cortar mi rabito en el aire. Quedé paralizado y aterrado, hasta me dieron ganas de orinar. Entonces me estiré como si fuera un gato elástico, mostré mis colmillitos, mis uñitas y rugí como los leones de las películas, jejeje maullé quise decir. ¿De dónde salió tanta valentía? No lo sé, lo cierto es que nos miramos frente a frente, el perro muy sobrado y yo más… más… bueno, eso que estás pensando, yo temblaba como gelatina, ojo, también me gusta la gelatina, así que pueden decir que aparte de vegetariano también soy un gato gelatinero.
Volvamos al cuento. Resulta que el perro se estiró como si estuviera imitándome y se transformó en un súper perrote, tan grande que apenas me dejaba ver la luna. ¡Ay mamita! ¡Adiós mundo gatuno! Pelé los ojos como par de tomates con queso y… ¿Sabes qué pasó? Jejeje, que tonto soy, si no lo digo no lo sabrás. Pues el perrote me dio una pata y ladró diciendo:
-¡Hola gatito! Mucho gusto, mi nombre es Gigante. ¿Quieres ser mi amigo?
Yo seguía paralizado, no podía creer lo que estaba oyendo. El tal Gigante siguió ladrando.
-Tranquilo, ya sé que ustedes y nosotros siempre peleamos, pero tú y yo podemos demostrar lo contrario.
Dejé de estirarme y le dije:
-¿No me vas a demoler, aplastar, desaparecer, triturar? 
Gigante se echó a reír, luego solemnemente levantó una pata y exclamó:
-¡Lo juro! Palabra de Gigante y cuando Gigante da la palabra, la cumple sin necesidad de firmar documentos.
-Está bien -respondí aún asombrado-. Espero cumplas con tu palabra, porque de lo contrario… -tomé aire y me inflé todo lo que pude para sacar potentes músculos como el tío Gato con Botas- aquí hay gato para ocho vidas.
-¿Ocho vidas? Esa historia suena espectacular -comentó Gigante.
-Una más, pues dicen que tenemos siete vidas. Bueno, no sé quien inventaría esa tontería -le dije ya más tranquilo.
-¿Cómo te llamas?
-¡Tom! Pero puedes decirme Tomás, el gato vegetariano.
-¿Vegetariano? ¡No puede ser! -exclamó asombrado Gigante.
-Si puede ser, no me gustan los ratones, pero si las ensaladas.
-Bien -dijo Gigante- tenemos un gato vegetariano y un perro que no pelea con ustedes ni persigue carros. Suena como un chiste pero es la verdad.
-Gigante, somos y pensamos distinto, pero debemos respetarnos. Esto lo decía papá gatuno.
-¡Claro que sí! -expresó Gigante moviendo su inmensa cola-. Tenemos diferencias pero podemos ser amigos. ¿Qué te parece?
-¡Dale pues! -Y levantamos las patas en señal de compromiso-. ¡Amigos!
-¡Amigos! -ladró Gigante dando brincos y volteretas.
Nos fuimos de paseo bajo la luz de la luna, hablando de ensaladas, frutas, cosas perrunas y gatunas de un perro como Gigante y de Tomás, el gato vegetariano.

 

 

Del libro Azulito y otros cuentos (2010)

 

AZULITO

A Magnolia


Los pájaros jugaban en el aire, volaban hacia arriba, hacia abajo, a los lados. ¡Los más atrevidos daban volteretas! Algunos, cansados ya de tanto jugar, descansaban en la rama del árbol más cercano, aprovechando la ocasión para llenar de frutas su vacío estómago. Entre ellos estaba Azulito, tan azul que a veces se confundía con el azul del cielo. Era juguetón y glotón, buscaba frutas por todos lados y se las iba comiendo junto a sus amigos, los otros pajaritos que le acompañaban de árbol en árbol.
Azulito oía los cuentos que contaban los árboles. Cuando tenía sed volaban al río que desde arriba se veía como una serpiente plateada bailando sin parar. Allí buscaban sitios donde el hombre no hubiera hecho un feo y sucio vestido de potes, cartones, cauchos y otras cosas que solamente a él se le ocurre tirarle al pobre río.
Así pasaban los días, volando, jugando y conversando con las nubes y el amigo viento, quien era el cartero por excelencia con las noticias más frescas que las oídas por radio. Un día llegó un hombre con una jaula, la abrió y la dejó en lo alto del árbol. En ella se veían unas cuantas frutas, muy apetitosas pero al mismo tiempo, una trampa para quienes se metieran allí.
El hombre se fue y en ese momento se oye el trinar de varios pájaros que se acercan a la jaula. Azulito no podía faltar, se ven tan sabrosas las frutas que ¡Zuas! todos se meten sin perder tiempo. Apenas han comenzado a picotearlas cuando ¡Tras! la puerta se cierra. Intentan salir, pero es demasiado tarde, la trampa ha dado resultado, todos están encerrados. Buscan escapar pero es inútil, no hay forma de salir y volar libremente por el bosque.
Cuando el sol tristemente se despide, aparece el hombre y baja la jaula. Azulito trata de picotear en vano la mano que los lleva prisioneros. La noche los cubre con su manto y se quedan dormidos, cansados de luchar contra los barrotes de la vil jaula. Al despertar ven una casa enorme, de amplios corredores. Llega el hombre con agua y frutas, deja todo en la jaula y se va. Nadie come, la tristeza es demasiado grande, todos piensan en su amado bosque.
Una niña al ver los pájaros, corre a conocerlos y dos lágrimas caen lentamente por sus mejillas. ¡Ha comprendido el dolor de los pajaritos! Rápidamente busca una silla, se sube y abre la puerta de la odiosa jaula. Los pájaros vuelan a su alrededor, felices de ser libres de nuevo. La niña escribe algo en una hoja y la deja en la jaula. Cuando está a punto de retirarse, una magnolia cae en su cabeza. Es Azulito y sus compañeros, quienes han querido agradecer su ayuda trayéndole esa hermosa flor. Horas después, el hombre se acerca a la jaula y se sorprende cuando lee lo que la niña había escrito: PAPI: ¿TE GUSTARÍA ESTAR EN UNA JAULA?

 

 

LA LUNA SE QUEDÓ DORMIDA


Otra vez se quedó dormida la luna. Pobrecita, trabajó toda la noche y no le dio tiempo de llegar a su casa. Por eso cuando la vemos de día, es que está durmiendo para recuperar fuerzas, ya que en la noche tiene que volver a trabajar.