Nació en Sanare, estado Lara, Venezuela, 1917. Fallece el 13 de Abril de 2013 en Sanare. Profesor Titular, jubilado de la Universidad Pedagógica Libertador, Caracas. Realizó estudios en el Instituto Universitario Psicotécnico de Río de Janeiro y de la Universidad de Minas de Gerai (Brasil). La Antigua Universidad Abierta de New York le confirió el título de Doctor en Pedagogía. Asistió a cursos del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid. Ha dedicado buena parte de su vida a compilar la poesía de los poetas venezolanos de todos los tiempos y de los representativos de la poesía Hispanoamericana en el Siglo XX. Durante muchos años ejerció la Secretaria ejecutiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Actualmente vive en la ciudad de Mérida donde ha escrito sus libros más recientes.
 
 
 

CONTACTO:
alla_en_babilonia@yahoo.es


REFERENCIAS:
http://www.letralia.com


NOTA DE DUELO

 
 

OBRA LITERARIA:

Isla de soledad, Soledad invadida, La inefable compañía, Sombra del cuerpo del amor, Sanare puramente paraíso, Crónica del sueño, El silencio del agua, Los siete pórticos celestes, Cielo y tierra del amor, Ellaspoemas, Angelofania, Palabras sin sombra, Eternitud del corazón, A flor de sueños todavía, Arca de los arcanos y En nombre del amor. Como critico y antologista de la poesía venezolana y latinoamericana, su aporte ha sido orgánico: entre otros, Lector de poesía, Antología General de la Poesía Venezolana (1850-1950), Antología Actual de la Poesía Venezolana (1950-1980), Muestra de poesía hispanoamericana del siglo XX (en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho) y Nueva Antología de Poetas Venezolanos (Nacidos entre 1930 y 1960), editada por Ediciones Solar (Mérida, 2001). Poemario Casa de la luz primera (Mérida, 2007) bajo el auspicio del Centro Nacional del Libro (CENAL) y la Asociación de Escritores de Mérida.

 

BIONOTICIA


José Antonio Escalona-Escalona


Soy  persona  de principios.  En efecto:  nací  a principios del día, y de la semana,  y del  mes  y del  año y del  siglo. Esto es:  a las seis de la mañana del  lunes  primero  de enero  de  mil novecientos  diecisiete. Mi cuna: Sanare -Puramente Paraíso-,  capital del ahora municipio bolivariano  Andrés  Eloy  Blanco.  En  “El jardín de  Lara”, -poético nombre  dado históricamente a mi pueblo-,  recibí las primeras enseñanzas. El ciclo secundario de  mi aprendizaje lo cumplí en Barquisimeto. Los estudios específicamente  profesionales los realicé en la modélica Escuela Normal  Federal  del  Táchira y, seguidamente,  en el  emérito Instituto Pedagógico de Caracas. Los varios cursos de postgrado los seguí  en el Instituto Psicotécnico interamericano de Río de Janeiro,  en la Universidad  de Minas Gerais en Brasil y, posteriormente, en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid España. La antigua Universidad  Abierta de Nueva  York  me confirió – por formación a distancia- el título de Doctor en Pedagogía.

Mucho antes de ingresar a la Escuela Normal para adquirir la titularidad,  fui Subdirector, respectivamente, de la Escuela  Federal de  El  Tocuyo y de la Escuela Federal  de Duaca;  en esta ciudad desempeñé también,  igual cargo en un colegio que fundó  el  Ejecutivo del Estado Lara. Asimismo,  en San Cristóbal.  Fui  Director de una Escuela Nocturna para Obreros, mientras estudiaba.

A causa de la solidaridad con mis condiscípulos (provenientes  de las más diversas regiones venezolanas), me responsabilizaron de la publicación de “Vertical”. revista recién creada por la Asociación de Estudiantes Normalistas.  Por otra parte, dirigí el semanario  Leo, vocero de la muy activa A.J.T,  la cual mantuvo los domingos un programa radial en “Ecos del Torbes”  y solía presentir actos culturales sabatinos en el democrático Ateneo.  Durante ese periodo me correspondió presidir la seccional de la F.E.V.  Ocasionalmente colaboré en la prensa local. Pero lo que me satisface más en el orden intelectual es haber sido uno de los fundadores del Grupo Literario YUNKE,  bajo cuyo signo editorial circuló mi poemario primigenio.

Graduado ya de  maestro,  seguidamente me inscribí en el Instituto Pedagógico,  cuyo horario de clases, de 5 a 9 pm, me permitió conseguir un empleo adecuad.  En efecto: ingresé sin demora a la Dirección General de Cultura y Bellas Artes del ME.  Comencé,  como ”Corrector de pruebas de imprenta”. Luego fui promovido a la Secretaría. Sucesivamente ejercí  variadas  funciones; entre otras, coordiné las publicaciones del Despacho, tales:  la Biblioteca Popular Venezolana,  la  Biblioteca Venezolana de Cultura  y  los Cuadernos de Poesía.  Asesor de  Onza, Tigre y León;  y  luego Tricolor, revistas  destinadas a los escolares. Jefe de Redacción de la Revista Nacional de Cultura  y  (en la práctica) editor de la misma. En dos distintas ocasiones,  y por considerable tiempo,  encargado de aquella  dirección, antecesora del actual CONAC.

En el transcurso de esos años, administré de tal modo mi tiempo de funcionario y estudiante que me alcanzó para atender algunas otras actividades:  Director adhonorem y ad interim de la Biblioteca Nacional, de  Periscopio (revista efímera existencia), de los Cuadernos Literarios de la A.E.V y, por si fuera poco, mantuve una columna en el Papel  Literario  de  El  Nacional.  Debo agregar que a mi regreso de Brasil ocupé nuevamente mi puesto  en el MEN y se me permitió alternarlo con horas de clase en el Instituto Pedagógico, en el liceo Andrés Bello, en la Escuela de Comunicación Social de la U.C.V  y en la Academia Militar, donde fundé  la cátedra de portugués  o, más exactamente, de lengua  luso-brasileña.

Ocurrido mi relevo de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes, pasé de inmediato a desempeñar el  muy honorífico cargo de Secretario General de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, dependiendo -en el orden administrativo- del entonces Ministerio Único  de Relaciones  Interiores.  Me correspondió, con tal carácter, coordinar las Asambleas anuales bolivarianas y los Congresos Internacionales de la Federación de esas mismas instituciones académicas.  En el congreso reunido  en Buenos  Aires  fui  electo  Secretario General de  la ya mencionada  Federación.  Por otra parte, fui promotor  en toda  Venezuela  de  las  Sociedades  Bolivarianas Estudiantiles,  redacté su Reglamento y actué como su primer asesor nacional.  Pertenecí al comité redactor  de  la Revista  Bolivariana y a la Comisión Presidencial Editora de los Escritos de El Libertador.

Al cabo de dos décadas en la Secretaria de aquella histórica Institución, decidí cambiar, no de ideales  -pues me siento bolivariano vitalicio- sino de Ias funciones académicas.   Acepté entonces el cargo de Secretario  Ejecutivo de  la Fundación Biblioteca Ayacucho. Por cierto que,  su   extraordinario catálogo registra dos de Las doce antologías en verso de las que soy autor.  A propósito no son menos de cincuenta  los títulos  de mi bibliografía,  la cual incluye poemarios, biografías didácticas y ensayos breves de crítica literaria, amén de las ya aludidas antologías de poetas venezolanos de todas las épocas y de los hispanoamericanos nacidos en el siglo XX.

Huelga confesar que persisto en ser -por espiritual deleite y por oficio - un lector -selector de poesía.

La postrera  etapa de mi vocacional, dedicación a la docencia, concluyó al jubilarme como profesor Titular Adjunto al Rectorado  de la Universidad Pedagógica Experimental libertador.

 
     
     

 

Fotos Encuentro Literario con el escritor
José Antonio Escalona-Escalona

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ELEGÍA A LA MUERTE DE ESTE RÍO

Ha muerto un río.
Este río ha muerto
-lo repito-
ha muerto.

Otro millón de muertes
a lo largo de su fértil curso
causó la muerte.
Murieron con él

-en sus dominios-
todos los colores de la dicha vegetal.

Y hasta las piedras
de su seco cauce: esqueleto mudo
de aquel cuerpo fluyente y rumoroso
dador de vida:
-venado solitario desde las cumbres,
lento tapir después
en la ardorosa tierra baja-
padre y señor de tres reinos.

Con estériles voces de ceniza
gritan los campos:

-iEste río ha muerto de abandono!-

Lo dejaron morir
los mismos hombres que se fueron
tras las voces
-ilusorias-
de aquellas sirenas negras
salidas del fondo
de nuestro soterrado
mar de petrodólares.

Este río ha muerto
y con su muerte
mi campesino corazón se siente
-¡por segunda vez!-
huérfano de padre.

Ahora sólo habita
en sus márgenes borrosas
la soledad.
Y el viento.

 

¿MI CÉDULA DE IDENTIDAD?

¿Es verdad que mi cédula no dice
que el corazón no tiene edad? –El mío.
Tampoco dice que nací al comienzo
de la primera hora del primer día
de fiesta universal en todo el orbe.
(Puntualmente a las seis de la mañana
de un luminoso lunes de Año Nuevo).

Mi cédula tampoco certifica
que el pueblo mío tiene un bello nombre:
Sanare Puramente Paraíso,
cuyo andino paisaje lo custodia
el único volcán de Venezuela.

Y menos la llegada hasta mi cuna
de una banda de azules mariposas
para cubrirla de celestes velos.

Luego en ronda de trinos, varios pájaros
vinieron a enseñarme las vocales
del Alfabeto de la Poesía.

 

¿NATURALEZA Y POESIA?

¡Qué bien! ¡Qué bien haber nacido
en un pueblo como mi pueblo
donde naturaleza y poesía
parecen haber hecho entonces
una alianza de agrestes hermosuras!
¡Qué bien! que desde el principio
haya mi vida respirado aromas.

¡Qué bien! que en estos campoemas*
mis sentidos hayan iniciado
un libre aprendizaje de belleza.

¡Qué bien! que mi infancia
haya afortunadamente transcurrido
siempre al lado de seres armoniosos.

¡Qué bien! que en mi corazón perviva
a plenitud el puro sentimiento.
¿Alguien soñó con tal buenaventura?

 

¿UNA MODELO MI MONTAÑA?

Mi inspiradora familiar montaña
de luz se viste apenas amanece.
Algunas tardes
-al cese de esporádicas lloviznas-
con arco iris orla sus escarpas.

Otras tardes de cielo despejado
se siente novia
para lucir ilusionadamente
velo nupcial de gráciles neblinas.

Y al llegar la noche
de negro largo traje se engalana
no por estar de fiesta ni de luto
¿y sí por femenil coquetería?

 

¿GRATÍSIMA VIVENCIA?

Al aire libre
y al albor del día
y a solas por gratísima vivencia
en mi natal edénico terruño:
mi campesino corazón escucha
-ahora como entonces- lo que dicen
estos idealizados campoemas.

Ese coro
de voces naturales
no me parece el mismo de la infancia.
Desde aquel tiempo
hubo tantos cambios:
¿del corazón?-¿de la naturaleza?

 


¿IMPORTA NADA?

Esta es la casa
de la luz primera.
Similares existen numerosas
o que difieren a tales extremos
como entre sí las chozas y palacios.

Importa nada
si anodinos seres o futuros genios
en unos, o en otros, de nacer hubieran,
si para el corazón de cada uno
ese techo natal –miseria o lujo-
idéntico valor tendrá su imagen
en la añorante dimensión del tiempo.

 


¿SÍ, VERDAD?

¿De qué color mi veste?
-preguntó la ixora-
Clavel carmín le respondió al instante:
Del mío,
cuando el azul sidéreo
anuncia la solar epifanía.

Turpiala melodiosa
-ébano y oro su luciente imagen-
¿sí, verdad?, musitó –dulce gorjeo-
desde un arbusto del jardín donde ella
alegra la mañana con sus trinos.

 


¿IGUAL QUE TODO CORAZÓN POETA?

Cerca del Yacambú* -Cuna del Agua-
que dio su nombre a las vírgenes cumbres
de la región llamada Dintas*
fue la naturaleza
-segunda madre y primera musa-
la que hubo de enseñarme
a idealizar la realidad del mundo
y a buscarle sentido a todo lo viviente.
Supe también por qué son invisibles
el aire, los sonidos, los aromas.

Además, aprendí que únicamente
en libertad puede cantar el agua.
¿Igual que todo corazón poeta?

 


¿OTRO FLORAL PRODIGIO?

A todo idioma traducir quisiera
el indígena nombre de este arbusto
cuya perpetua floración no tiene
rival en nuestros campos y jardines
por su color inmaculado siempre.

En el verdor oscuro de su cielo
la pasajera vista va admirando
su vegetal constelación de lunas.

Inmustias sus corolas condecoran
no sólo los paisajes de Sanare
sino también de toda Venezuela.

En flor la fronda de las atapaimas
¿no fingen ser de lejos y en conjunto
la ciudad de los ángeles terrestres?

 

¿FLORACIÓN INÚTIL?

Criollos los dos: bucare y araguaney
aunque distinto el verde de sus hojas.
Puntuales siempre, a comienzos de año
mudan sus vestiduras respectivas:
de un rojo raro vístese el primero
y de amarillo heráldico el segundo.

Tal floración inútilmente bella
-como efímero ornamento del paisaje-
cayendo va al suelo del entorno
para mustiarse sin provento alguno.

¿A quiénes se parecen estos árboles
que así derrochan su floral riqueza?
Concluso su total deshojamiento
-erguidos esqueletos fantasmales-
¿dar nada pueden? –¡Ni siquiera sombra!.

 

¿OTRA LIBERTAD?

¿La del agua niña
sin prefijado rumbo labradora
de versátiles cauces?

¿La del destino a voluntad electo
de ríos siempre en tránsito sonoro?

¿La de las olas rítmicas que tocan
-insistentes- las puertas litoráneas,
al contrario de aquéllas –como en éxtasis-
que atesoran esteros y remansos?

¿La del aire en las alturas
no profanadas por impuros vuelos
y que transportan vírgenes fragancias
procedentes de espacios sin la impronta
de humanas huellas y salvajes pasos?

 

¿VOCES INEFABLES?

Oigo la poesía
propia de este bucólico silencio
no sólo en la noche pura
bajo el insomne fulgor de las estrellas.

La escucho
no en las alturas ilusorias
como si conversaran los ángeles
sobre celestes temas de sus vidas,
sino dentro del alma de las piedras,
pues también las mismas
de sensibilidad están dotadas
¿de especie ignota para el ser humano?