Nació en Canaguá Estado Mérida. Es egresada del Pedagógico de Caracas con el título de Profesora en la especialidad de Física y Matemática (1967). Egresada de la ULA con el título de Licenciada en Educación mención Matemática 1986). Ha realizado varios talleres y cursos en Estadística y Educación, Didáctica de la Matemática, Didáctica de la Física, Gerencia Educativa y Administración Escolar entre otros. Cargos Desempeñados: entre  1964-1967 Profesora por Horas en el Liceo Santiago Key Ayala, Caracas. 1967-1979 Profesora tiempo Completo y Subdirectora del Liceo Libertador, Mérida. 1980-1988 Supervisora  5 en Mérida, Estado Mérida. 1989-1993 Directora del Colegio Arzobispo Silva, Mérida.
  
Participó en el Taller “Narrar el entorno desde el imaginario poético”, dictado por la Profesora María Luisa Lazzaro, propuesto por la Casa de Bello (marzo 2012).  Trabajos realizados: Cuento infantil " El Cocuyo". Poemas: Infinito Peregrinar. La Tormenta y los hermanos. Luna Menguante. El Atardecer oscurece los verdes.



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viryimerida2006@yahoo.com

   
     

 

 

INFINITO PEREGRINAR

Océano infinito, peregrino en su eterno caminar,
se curte el tiempo y la vida.

Incontrolable deseo,  postrarse de hinojos,
desmentir el ocaso de los días.

Detrás el araguaney, en sigilo entra la noche,
la  luna crecida en sus oscuros arabescos
deja entrever las mejores galas de venus.



EL ATARDECER OSCURECE LOS VERDES

El mar con su oleaje sublime retrata el atardecer,
mientras  el sol oculta su ímpetu.
La montaña oscurece sus verdes,
bandadas de pájaros se repliegan a sus nidos,
alguna fauna silvestre se acuna,
otra depredan la noche.



LUNA MENGUANTE

Hay recogimiento de luna menguante,
las doncellas esperan al amado
con la seguridad del encuentro,
los niños juegan concentrados en la risa,
un ermitaño aprovecha las fuerzas de la melancolía
sembrando paz.

 

LA TORMENTA Y LOS HERMANOS

Ese día, el cielo se fue tornando oscuro,  una tormenta de enormes proporciones  con destellos luminosos y ensordecedores  truenos no se hizo esperar. Muy rápidamente llegó la noche, todo fue soledad,  el desconsuelo se apoderó del lugar.

La algarabía de los niños se confundía con el eco de la montaña en esa tarde de invierno muy lejos de la pequeña casa de campo de sus padres, quienes para el momento recogían los frutos de la temporada, pues se dedicaban a labores agrícolas.

Prontamente los niños dejaron de jugar, un miedo sobrecogedor les hizo correr a abrazarse con pánico a perderse entre los nubarrones y el lodo que superaba sus tamaños.

El abrazo protector que el niño mayor prodiga a su hermano menor va  acompañado de infinito cariño, de palabras dulces, de caricias tiernas, aún su miedo.

—Volverán los arrendajos, hermano,  harán nidos nuevos, revolotearán por los tejados. Regresarán los renacuajos a la acequia. Retoñarán las rosas y los lirios. El sol irradiará otra vez, veremos brillar las gotas de roció. Corretearemos  jugando el escondite, bajaremos de los arboles las limas, limones, guayabas y parchitas. Papá llegará con regalos, mamá nos preparará la cena como siempre, nos arrullará en la cama calientita, dormiremos tranquilos.




EL COCUYO


Este era un cocuyo de gran tamaño que le gustaba vestir bien, llevar sombrero, pasear los Campos y  las lagunas.

Vivía en una llanura. Quería construir una casa para sus pequeños y su linda esposa, por lo que necesita muchos materiales de construcción. Visita negocios, mira revistas, periódicos, avisos y poco entiende. No puede comprar nada, parece que el viento le borrara las palabras.

Solo se le ocurre elevar al cielo una oración  pidiendo luz en los ojos y mucha claridad, aunque la claridad que necesitaba no era  sobrenatural sino de entendimiento, necesitaba entender las letras, comprenderlas y saber utilizarlas.

Alguien le habla de las bondades de los anteojos… y se fue a comprar unos… con los primeros veía mucho, con los segundos veía poco, con los terceros más o menos, con los cuartos menos que más, así que decide quedarse con el tercer par de lentes.

Pero… tampoco podía leer…veía pero no sabía que decían las letras…

Entonces… le hablaron de unas aves… no abecedarias… no abecedarios… hay que aprendérselos completicos  para poder juntar las palabras como un rompecabezas…

Nuestro amigo el cocuyo  un día piensa que necesita leer y así poder entender todo lo que digan los libros, revistas, diarios y avisos.

Se compra unos lentes, recorre toda la ciudad en busca de alguien que lo ensene. Encuentra un cocuyo anciano que había ensenado a leer y escribir algunos amigos de la región.

Destellos de luz llegaron a su mente. Estudia muchas horas del día y para la noche usa su propia luz. Una luz fluorescente color verde tierno produce su cuerpo en la parte dorsal.

Toma papel y lápiz, empieza a entender letras, palabras y frases, hasta que aprende a leer.

Recorre  tiendas, lee y entiende lo que dicen avisos, diarios, etiquetas. Busca los materiales que necesita y los compra. Con ese caudal de conocimientos le explica a todos sus amigos lo ocurrido. Con agradable y amena conversación los invita aprender a leer y escribir. Todos ellos querían saber qué dicen los libros, y se preguntaban por qué la lectura abre los canales del entendimiento.

Con gran alegría dijeron ¡manos a la obra! .Buscaron  huevos y larvas de cocuyo y como en un farol los organiza; lo colocan en un salón y se ilumina todo. Los  cocuyos alumnos muy atentos oyen todas las lecciones, las aprenden en letras, palabras y textos.

Una lluvia de intensas emociones les embarga, ¡saben leer libros, folletos, revistas y libros!

Van al comercio compran frutas, carnes, vegetales, todo su mercado y juguetes nuevos para los más chicos.

Las mariposas, los saltamontes, hormigas y abejas quieren también aprender a leer y escribir. Se crea una gran escuela. Todos ellos llegan muy pronto. Quieren tomar el néctar del conocimiento para dar felicidad  a su familia, amigos y vecinos. Trabajan día y parte de la noche en estudiar, escribir…  estudiar… y muy pronto aprende a leer y escribir. Sienten alegría, paz y bienestar.